Más allá de los goles y la apertura del marcador gracias a un penal inexistente, River fue un equipo compacto, que se mostró voraz en ofensiva y firme en defensa, sector en el que su único punto flojo fue el arquero Chichizola quien no se mostró seguro y jugó tal vez el peor encuentro de su corta carrera.
Los cambios de Almeyda surtieron efecto. Abecasis fue de lo mejor de la noche y revivió el interesante tándem que por derecha había armado con Carlos Sánchez antes de lesionarse. El debut del zaguero central Ramiro Funes Mori fue correcto y promisorio y Juan Manuel Díaz no pasó sobresaltos por el sector izquierdo aunque quedó en el debe a la hora de proyectarse. Cirigliano fue clave en la recuperación del balón y el Chori Domínguez demostró que su calidad sigue intacta y su inteligencia para manejar tiempos y espacios también.
Gimnasia de Jujuy fue un equipo con falencias en todas sus líneas, las cuales River supo explotar con creces, principalmente en el segundo tiempo. Más allá de altibajos en el juego a lo largo del torneo, el elenco de Nuñez nunca dejó pasar las facilidades que le dieron sus rivales. Está claro que para hacerle frente el andamiaje del equipo que este enfrente debe ser casi perfecto para ponerlo en aprietos.
En definitiva, el golpe de timón de Almeyda dio sus frutos. River fue sólido atrás, con capacidad para recuperar el balón en el mediocampo y con variantes en ofensiva. Cavenaghi mostró su mejor versión, esa que suele dar cuando no sale del área, y la goleada llegó por decantación. Aunque no en todos los partidos en el rendimiento sea igual de óptimo, al Millonario le sobra jerarquía para escaparle a la divisional. Y encima exhibió carácter para recuperarse rápido y con estilo del primer traspié que le presentó el torneo.
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