Otra vez no jugó bien pero en esta ocasión el resultado estuvo de su lado. River volvió a desentonar pero igual le ganó con justicia, por 2-0, a un débil Huracán en el cotejo disputado ayer en el Monumental y válido por la 29º fecha de la B Nacional. González, en contra de su valla, y Cavenaghi marcaron los goles del equipo de Nuñez.
Matías Almeyda volvió al 4-4-2 que le dio buenos dividendos en los números aunque no tanto en el juego. El Chori Domínguez se paró más adelante, como segundo atacante, mientras Trezeguet esperó en el banco para hacerle lugar a Cirigliano, al lado de Ponzio, en el mediocampo. Y la apuesta le dio resultado a medias: el joven centrocampista fue de lo mejor del equipo pero el francoargentino fue pieza de valor cuando ingresó con el encuentro igualado en cero.
River no tuvo un buen primer tiempo, casi no pisó el área rival y puso en sofocón claro al arquero Calviño solo por un tiro de media distancia de Cavenaghi. El Globo tapó bien a los hombres desequilibrantes del Millonario aunque casi resignó la posibilidad de ataque más allá de alguna que otra ocasión de gol. Con el encuentro igualado, Almeyda apeló nuevamente al banco de suplentes. Y esta vez, como contra Ferro, encontró resultados. Trezeguet y, principalmente, el Maestrico González (ingresaron por los laterales Abecasis y Vella) fueron la llave para abrir el discreto trámite.
El venezolano César González se movió bien por derecha y fue el artífice del primer tanto que llegó tras un desborde suyo por ese sector que encontró la involuntaria colaboración del defensor Hernán González cuando el Maestrico enviaba el pase al área. A partir de entonces se vio la mejor versión de River, que más suelto, exhibió algunos pasajes de buen juego en equipo. Huracán, desorientado, perdió a Ferrero y Tavio por expulsión y casi no exploró el campo rival en toda la etapa. Cavenaghi sellaría el resultado y se reencontraría con el gol tras algunas fechas de sequía.
Pedirle a River que juegue bien a esta altura del torneo es en vano. El Millonario sabe que el tiempo se acorta, que el final está cerca y que no puede resignar puntos si quiere ascender directamente. Es cierto que con un juego óptimo todo podría simplificarse pero la presión es otro rival difícil de sortear por los de Almeyda de aquí al final. Y, hasta ahora, pudo resolver todo con el poder de sus individualidades. Será mejor pedir entonces que estas no se apaguen para devolver a River al sitial que merece.
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