Independiente volvió a los primeros planos del fútbol internacional al obtener la Copa Sudamericana tras vencer en definición por penales al Goiás brasileño. El juego del Rey de Copas estuvo ajeno al brillo de las épocas de gloria pasadas y tuvo a la suerte como aliada más que otros campeones. Sin embargo es justo remarcar que se repuso con maestría a muchas adversidades (incluida la desconfianza de sus propios hinchas), contó con un grupo de futbolistas jóvenes que jugó los tramos decisivos como veteranos y con un técnico como Mohamed, de los mejores de la nueva camada.
El encuentro no fue sencillo para los de Avellaneda más allá de conseguir la ventaja necesaria para igualar la serie en el primer tiempo. Goiás equilibró el trámite en el complemento, fue más en el suplementario y fue superior en la suma de los dos partidos. Pero la mística copera dijo otra vez presente. La definición por penales fue resuelta sin problemas y el Rojo gritó otra vez campeón. Poco importan los merecimientos y algunas manchas extrafutbolísticas durante la competencia. Las finales están hechas para ganarlas y de eso sabe mucho Independiente.
Así lo vieron:
La Pelota No Dobla
Tremendamente Motivados
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