El primer superclásico de la era profesional entre Boca y River se disputó el 20 de septiembre de 1931 en La Boca, por la fecha 17, y duró sólo 28 minutos.
La tarde ya no había comenzado bien debido a que el partido preliminar entre ambos debió ser suspendido media hora antes del final cuando River abandonó el campo de juego tras una pelea entre jugadores de ambos equipos. Esto provocó algunos incidentes en la tribuna por lo que se dispuso que el encuentro principal comenzara antes de lo previsto.
El Millonario comenzó mejor y se imponía con justicia por 1 a 0 con gol de Peucelle (16’) cuando el árbitro Enrique Escola sancionó penal para el local por una falta de Balvidares a Varallo. Pese a la existente infracción hubo un airado reclamo de parte de los futbolistas del conjunto visitante. El propio Varallo pateó la pena máxima, el arquero Jorge Iribarren atajó pero dio rebote, Varallo le pegó nuevamente para encontrar otra vez la resistencia del golero y en el nuevo rebote ahora sí pudo convertir el ex atacante de Gimnasia, según los jugadores de River, cometiendo falta. Hubo una nueva protesta y tres jugadores de River fueron expulsados.
Camilo Bonelli, Pedro Lago y José Belvidares habrían agredido con patadas al árbitro y por eso fueron echados del terreno de juego. El capitán de River se negó a ello aduciendo que era imposible continuar jugando con tres hombres menos. Entonces Escola determinó la finalización del encuentro debido a que no podía permitir que los agresores continuaran y así se viese minimizada su autoridad.
Los dirigentes de ambos clubes intentaron que el cotejo siguiese por respeto al público. Misma postura había tomado un representante de la Municipalidad de Buenos Aires que se había hecho presente. Pero el árbitro fue inflexible con su postura de que los tres futbolistas no prosiguiesen en el juego. El partido se le dio ganado posteriormente a los de La Ribera por 1-0 tras decisión del Tribunal.
“El clásico entre Boca y River defraudó a los espectadores” tituló la revista El Gráfico en su edición número 637. “El público aficionado, un poco por su culpa y mucho sin tenerla, es al fin y al cabo la víctima propiciatoria del ambiente irregular y desagradable en que se desarrolla el fútbol” agregó en la bajada. La revista hizo en la nota sobre el partido una fuerte crítica a los puntos negativos que consideraba tenía el deporte de la redonda por ese entonces: “Queda dicho con lo que antecede que, a nuestro juicio el culpable casi exclusivo de estas anormalidades es el ambiente creado por la falta de tacto y energía de los directores del deporte. Los desmanes de los hinchas son amparados por los dirigentes. Los actos de indisciplina y falta de respeto a la autoridad de los referees, son también protegidos por los dirigentes, y de la impunidad y aliento al pequeño núcleo primero y al más grande después, los espectadores y players incorrectos, ha nacido el ambiente de desagrado, de acritud, de intolerancia y desborde de apasionamiento, que hace crisis a cada momento en los fields y determina la irregularidad en la marcha del fútbol, de la que todos se quejan, pero sin que nadie se sienta culpable ni piense en la necesidad de corregirla con espiritu sano y amplia visión de las cosas” (click aquí para la crónica completa de la revista).
Boca formó con: Domingo Fossatti, Ludovico Bidoglio, Ramón Mutis, Gerardo Moreyra, Cataldo Spitale, Pedro Suárez, Donato Penella, Francisco Varallo, Florentino Vargas, Roberto Cherro y Antonio Alberino.
River alineó a Jorge Iribarren; José Belvidares y Juan Carlos Iribarren; Esteban Malazzo, Manuel Dañil y Camilo Antonio Bonelli; Carlos Peucelle, Pedro Marassi, Emilio Castro, Pedro Lago y Camilo Méndez.
Este encuentro, justo el primero en la era profesional, fue el único superclásico suspendido durante 79 años hasta el choque en el Clausura 2010, por la décima fecha, que no pudo continuar por una lluvia torrencial.
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