San Lorenzo arrancó el partido de la fecha 16 ante Newell's en zona de descenso directo por la victoria de San Martín de San Juan ante Olimpo. El 2-0 con el que los rosarinos se fueron en ventaja al entretiempo preveían la continuidad en ese lugar. Pero el Ciclón fue y sopló fuerte. A partir del contagioso despliegue de Buffarini, se animó y el empate llegó rápido, antes de los 10 minutos del segundo tiempo. Y cuando el encuentro expiraba apareció Romagnoli como en sus mejores épocas para desbordar por la izquierda del área y meter el centro que de cabeza Gigliotti mandó a la red. Delirio. Desahogo. Llanto. Victoria.
Quedan tres fechas durísimas, incluida una final ante Tigre en la próxima. Pero hoy los cuervos deben celebrar porque se obtuvo el triunfo con coraje, garra, ímpetu y por momentos hasta con ideas. Porque alejó al fantasma indeseado de la inmensidad del Nuevo Gasómetro. Porque hace creerle hasta a los más escépticos que este plantel puede. Y por qué no también, porque sirvió para rememorar la época de "Los Camboyanos", como si el espíritu de aquel equipo hubiese bajado otra vez a tierra santa para empujar a la victoria.
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