PERDON ROMAN

Siempre miré con recelo a Riquelme. No soy ciego, siempre valoré sus virtudes futbolísticas, pero hasta ahí nomás. Me retumbaba más en la cabeza, vaya a saber porqué, su displicencia cuando las cosas no salían bien que sus pinceladas llenas de talento. Será que nunca los disfruté mucho porque no soy de Boca. Pero ayer me terminé por convencer (un poco tarde o bastante tal vez, aunque dicen que nunca es tarde) de que Román no debe faltar en la Selección. Un tipo que con dos toques mágicos gana un partido, un muchacho que dirige la batuta estableciendo con un simple gesto adónde debe pasar la pelota el compañero que la tiene, un jugador inactivo que puede aportar con poco muchos más que otros que juegan siempre y "transpiran más la camiseta" tiene un Don importante. Muchos, como hacía yo antes, refutarán diciendo que jugó ante una endeble Chile; que fue de local y por el primer partido de una eliminatoria que parece, a priori, sencilla; que en la final de la Copa América y en parte del Mundial de Alemania estuvo pintado. En parte tendrán razón. Pero también hay que decir lo otro. Con dos muestras alcanza: llevó al humilde Villarreal a codearse con los monstruos de Europa y fue el actor protagónico de la obtención de una nueva Copa Libertadores para un Boca que día a día extraña más al "capitán del barco". No caben dudas de que Juan Román Riquelme es importante. Perdón Román.