El cortocircuito se generó al poco tiempo de que
Cúper asumiera en el plantel. El técnico
comenzó a tener roces con las figuras: Cañizares, Mendieta y el Piojo López. En un principio las disputas eran puerta para adentro pero
salieron a la luz tras la eliminación de la
Copa del Rey 99/00 a manos del
Osasuna.
Valencia tenía que ganar por 3-0 para clasificar y el técnico decidió reemplazar a
López por
Vlaovic.
El delantero salió del campo por atrás del arco para no cruzarse con el entrenador. Pero tras el encuentro la pelea se hizo inevitable. El presidente
Pedro Cortés se acercó a los vestuarios para calmar los ánimos pero se pudo escuchar al
Piojo: “Eso vas y se lo decís al falso de tu técnico”.Un día más tarde
Cúper salió a hablar y deslizó que
“López puede estar en el banco porque hasta Rivaldo fue suplente”.
Un faltazo de López enfureció a Cúper pero la presión del presidente y lo que representaba el “Piojo” para la gente pudo más y siguió jugando a pesar de que, claramente, no era uno de los preferidos del DT
Esta
actitud de ceder por parte de Cúper ya se había dado cuando quiso sacar del equipo a
Illie por llegar tarde de las vacaciones y
Cortés intervino para que así no fuera.
El poco peso del DT también motivó a que otros jugadores hablaran públicamente. Por ejemplo el arquero
Palop, a quien relegó al banco dijo “que habló conmigo y no me convenció”.
Todos
los roces se habrían dado principalmente
porque a los jugadores no les gustaba el carácter de Cúper, su falta de diálogo, que diga una cosa ante los periodistas y que luego hiciera otra, que le sacó protagonismo a piezas claves como el Piojo y Mendieta, que les quitó libertad a Angloma y Carboni para jugar por los carriles y que criticara en público a sus dirigidos. La gente tomó partido rápidamente: “Cortés y Cúper dimisión” fueron una de las pintadas que aparecieron en las cercanías del estadio. El momento más hot se vivió tras empatar 1-1 ante un equipo muleto del
Real Madrid.
El plantel debió quedarse un largo rato en el vestuario para evitar agresiones y hasta le quisieron dar vuelta el auto a la esposa del entrenador.
Sin embargo, como muchas veces sucede en el fútbol, todo puede cambiar. La situación no daba para más entonces dirigentes, técnico y jugadores se reunieron.
Se llegó a un acuerdo, un “pacto de silencio” y a trabajar, todo motivado porque
los directivos no querían tirar mas de 3 millones de dólares por el despido del DT. La jugada salió bien. Se volvió de a poco a la táctica del contraataque que tan buenos resultados le había dado bajo la gestión de
Ranieri y
las figuras retomaron el protagonismo que tenían. El distanciamiento continuó, la relación fue de mutuo respeto pero nada más. Pero
todos demostraron una alta dosis de profesionalismo y llevaron al
Valencia a la final de la
Champions y a ser, por un buen tiempo, uno de los quipos más respetados del continente europeo