Algo que se hace bien. Los violentos no pueden ganar la batalla así nomás. Pensaban que habían ganado la pulseada pero por una vez la raza política se iluminó y consideró que no se puede jugar un partido de fútbol a cualquier precio. Es cierto que con esta medida no se van a solucionar todos los males que origina una barra brava. Pero sí que cuando se quiere se puede y que este debería ser considerado el primer paso para desterrarlos de una cancha. Es verdad que son un mal de la sociedad, que supera al deporte del balón y que en cierta medida "triunfaron" ya que por ellos miles de almas se quedarán sin el clásico Racing-Boca. Pero tal vez sea hora de empezar el lado positivo de las cosas. Y esta decisión sin dudas lo es.
Cobertura Diario Clarín
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