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La salida de Alfio Basile al frente del seleccionado nacional dejó mucha tela para cortar. Sin dudas uno de los focos donde más hincapié se hizo fue en la supuesta participación del periodismo para que el técnico diera un paso al costado. Más allá de algunas actitudes reprochables, como la de Elio Rossi de pedirle la renuncia hace un tiempo, los periodistas, en su mayoría, opinaron en base a los que se veía en la cancha. Y en ese aspecto el Coco era indefendible.
Era indefendible porque casi no utilizaba laterales y volantes con salida dejando incluso fuera del banco a quienes podía cumplir esta función. Era indefendible porque no encontró alguien con características similares a Riquelme para reemplazarlo ante una ausencia y optó por jugar con tres mediocampistas centrales. Era indefendible porque apostó en varios partidos a cambios defensivos innecesarios (Battaglia por Jonas Gutiérrez ante Perú el más emblemático). Era indefendible porque siempre habló de códigos pero incineró a Heinze ante Paraguay y a Diego Milito frente a Chile. Y así podríamos seguir. En Basile estas no eran simples decisiones de un entrenador. En Basile estas cuestiones desnudaban la traición al estilo que siempre pregonó. Ese de juntar gente con buen pie, atacar y jugar lo más lindo posible. Por eso, el periodista que fuera lo más objetivo posible no podía defenderlo y debía marcar estos aspectos. Es cierto que muchos usaron esto para “destruirlo” pero eran minoría.
Basile miró mucho al exterior en lugar de su interior. Le faltó autocrítica y buscó fantasmas donde no los había. Así, por ejemplo, maltrato a Roman Iutch y lo tildó de contra suyo por estar el periodista más identificado con el juego de Marcelo Bielsa demostrando una preocupante falta de razonamiento: que te guste una cosa no quiere decir que odies otra.
Está claro que nadie echó a Basile. El renunció, se fue. Hizo los méritos necesarios para tomar esta determinación. Que los jugadores tienen una alta responsabilidad en el presente de la Selección nadie lo discute, pero ese será tema para el que se ponga el buzo de entrenador. Basile no “murió” en su ley. Estuvo a años luz del ser el mismo técnico que en el pasado le dio muchas alegrías al país. Traicionó su estilo y, está más que claro, que el periodismo no tiene la culpa de eso.

1 comentario:

Marco dijo...

Hicimos una nota al respecto.
Yo no creo que Basile haya cambiado ni se haya traicionado. Basile sigue siendo el mismo y justamente por esa causa es que cayó.
Lo que cambió es el tiempo de este fútbol y de estos jugadores.
Desde mi modesta opinión el error clave de Basile fue haber atado los destinos de la selección argentina a un jugador como Riquelme.
Habrá que preguntarse por qué Tévez y Messi dejaron de jugar.

Un saludo.